Dicen que la vida es como una escuela, donde cada reto representa un test y aquellos que no pasamos se vuelven a repetir hasta que la lección haya sido aprendida y aprobada. Pues hace unos días me tocó repetir una lección, una sobre la que yo pensé que ya había aprobado el exámen…Y que al final me dije…Oh, no otra vez Andrés, aquí les cuento.
El año pasado hice una gran reinstropección y análisis sobre mi negocio, las cosas que había hecho bien, las que había hecho mal y las que había que mejorar, entre varios puntos había uno, el cual hasta ahora me duele y me hace sentir culpable de cómo yo misma me había faltado al respecto y poco valorado mi trabajo al no cobrar nada o hacer trabajos regalados que al final terminaban perjudicado mi economía.
Hace unos días recibí una sopresiva llamada de una persona que había conocido en uno de los eventos a los que tanto asisto, me dijo que quería conversar conmigo, al preguntarle sobre que se trataba no fue muy clara en responderme, pero me dijo que le interesaba publicar su libro entre otras cosas. Yo acepté encantada, me entusiasmaba la idea de empezar el proyecto de un nuevo libro y a la vez conocer más de la persona con que me iba reunir.
Llegué a la cita muy puntual como es mi costumbre y unos 10 minutos después aparece mi cita, conversamos un poco, intercambiamos ideas y hablamos de nuestros negocios, todo estaba muy bien hasta que me mencionó que necesitaba diseñar un logo para la organización donde estaba trabajando como voluntaria, me explicó los detalles del proyecto etc. Como no me preguntaba nada acerca del precio, fui yo la que le pregunté: Y cuál es el presupuesto que la organización tiene para este proyecto? Ella me respondío que ninguno, que no tenían presupuesto para el logo. Mi decepción fue muy grande, pero traté de disimularlo, pues yo ya le había mencionado por teléfono que no estaba interesada en ser voluntaria o hacer ninguna contribución de trabajo gratuito en este momento, que ya lo había hecho por muchos años y que ahora, al ser mamá soltera con muchas responsabilidades no podía darme ese lujo.
Para hacerles la historia corta, les cuento que en ese momento me sentí presionada y acepté hacer el logo gratis, sin embargo dentro de mi había una voz que me gritaba: Erika noooo! No cometas es mismo error! Sabes que no tienes tiempo, hay trabajos que entregar, clientes que esperan por sus proyectos, tiempo que dedicarle a tu hija….etc.
Nos despedimos, quedamos en comunicarnos por email…Yo regresaba a casa triste, desilusionda, pero no con la persona que me había hecho la propuesta, sino conmigo misma, por no haber tenido las agallas de decir que NO.
A veces no queremos decir que NO porque tenemos miedo de que la gente piense que somos malos, egoístas, mal agradecidos, insensibles….Pero en realidad es que si le vamos a decir SI a todo el mundo, no nos estamos haciendo un favor, al contrario nos estamos perjudicando mucho, más allá de lo económico, la moral y autoestima.
Dejé pasar unos días, en los que fui analizando mi comportamiento y pensando en una respuesta ante la situación, y finalmente hize lo que debi hacer desde el principio, escribí un email muy amable a la persona que me pidió el logo gratis y le expliqué que no podía hacerlo por las razones mencionadas. Sentí un gran alivio, me sentí liberada. Sé que tal vez quedé mal ante los ojos de esa persona, pero no me importa, lo que más me importa es no perdí el respeto por mi misma.
Sé que esta no será la última vez que alguien se acerque a pedirme favores o trabajos de gratis, pero ahora sé que está bien decir que NO, que no tengo ninguna obligación de agradar a las personas, de sacrificar mi trabajo, mi economía, ni el tiempo para mi hija. Ahora agradezco a esa persona que me llamó e hizo la cita, porque me enseñó una nueva lección.